¿Puede incapacitar la sociedad?

La discriminación estructural por razón de discapacidad

Esta pregunta puede sonar extraña a las personas que carecen de algún tipo de discapacidad pero es una cuestión que las personas con capacidades diferentes tienen muy presente. Activistas e investigadores de los derechos humanos trabajan continuamente teniendo presente esta premisa que supone un cambio de enfoque en la aproximación que permite estudiar mejor el fenómeno.

  1.  Distintas formas de tratar la discapacidad

Tradicionalmente, desde antiguo, el tratamiento social destinado a las personas con alguna discapacidad muy visible distaba mucho del que se le depara hoy en día. Ni existía la Convención de Nueva York, ni la misma noción de Derechos Humanos, ni el empleo de la razón moderna. Más bien, tendemos a pensar y tenemos algunos ejemplos, que cuando nacía una persona con una discapacidad congénita en el seno de una sociedad primitiva, su suerte variaba entre la ejecución, la exclusión o el abandono por escasez de recursos. Quizás esta es una visión injusta ya que evidentemente, hay excepciones, de hecho, en los yacimientos de Atapuerca se han encontrado evidencias de que el grupo cuidó de una niña con discapacidad, Benjamina.

Lo que es innegable es que siempre ha existido un trato diferenciado hacia la persona con discapacidad. Si bien es difícil asegurar en qué ha consistido el trato en cada ocasión, los académicos hablan de tres grandes modelos que describen a grandes rasgos cuál ha sido la evolución de este trato diferenciado.

1.1 El modelo eugenésico (exterminio).

Por razones religiosas, políticas, económicas… es el modelo tradicional en el que la persona con discapacidad carece de futuro en la sociedad. Aunque este modelo se vincula a la antigüedad clásica, también ha reaparecido tristemente en el siglo XX.

1.2. El modelo terapeútico (rehabilitación).

En este modelo, a las personas con discapacidad se les considera pacientes, dolientes en proceso de ser curados. No se asume la discapacidad como una característica normal y humana, más bien como un defecto. Esta forma de pensar se extendió tras las secuelas que la II Guerra Mundial tuvo en los cuerpos de los soldados, quienes volvían con severas heridas, mutilaciones y pérdidas funcionales. En este caso, la discriminación y el trato diferenciado tiene causas médicas, no religiosas o políticas.

1.3. El modelo social

El llamado “Movimiento de Vida Independiente”, autor en buena medida de la Convención de Nueva York de 2006, promovió la desmedicalización del modelo en las últimas décadas del siglo XX y abogó por la inserción de las personas con discapacidad en la sociedad, en el mercado de servicios. Supuso ello el abandono actual de la reclusión médica de las personas con discapacidad y la aceptación de la discapacidad como una situación no-inhabilitante.

  1.  La sociedad incapacitante

Con la premisa de que la discapacidad es un factor de vida normal perteneciente a las características humanas, el activismo ha tratado de favorecer la vida independiente de las personas con discapacidad. Para ello, digamos que hay dos frentes. El primero es el de la concienzación de la persona con discapacidad. Estos procesos son largos y costosos, se inician en las escuelas, en la familia y en el entorno (capacitar). A esto le dedicaremos otro post. El segundo, es el externo, el de la sociedad, las barreras físicas, jurídicas y políticas que existen fruto de una sociedad diseñada para personas “normales” sin discapacidad (adaptar).

La existencia de estas barreras es lo que los académicos denominan discriminación estructural. Se trata de una discriminación indirecta, quizá no consciente, en la que no se toma ninguna medida específicamente dirigida a discriminar a las personas con discapacidad pero que resultan finalmente en una discriminación de hecho.

Cuando decimos que la sociedad incapacita es porque aún existen muchas barreras, imperceptibles para las personas sin discapacidades pero muy onerosas para las personas con discapacidad. Podría decirse que la sociedad en los términos más amplios no está preparada para no discriminar. El diseño de los espacios urbanos, el empleo, la educación, la sanidad, el ocio y tiempo libre entre otros son sectores en los que se encuentran factores discriminantes continuamente.

  1. ¿Y si hacemos que la sociedad capacite y se adapte?

La capacidad de desarrollo económico que supondría esta transformación no está calculada pero los números deben ser altos, a juzgar por la cantidad de elementos que se encuentran destacados como discriminatorios, como vimos antes.

Además, el discurso de la sociedad incapacitante se reproduce, con distinta intensa y objetivos, en el resto de grupos vulnerables de forma que quizá habría que ampliar las razones para que la sociedad sea capacitante y no incapacitante.

Desde el discurso de la discapacidad, es necesario realizar un filtro para apuntar a todos aquellos factores de discriminación y eliminarlos. Para la eliminación de estos factores, ya existen herramientas terminológicas. Aquí hablamos ya de nociones como diseño universal, adaptación de espacios y servicios, accesibilidad universal, ajustes razonables y apoyos, elementos todos presentes en los cuerpos normativos que tratan la discapacidad pero que se encuentran ante el reto de enfrentarse a lo fáctico.

La transformación en la forma de pensar y de los espacios, servicios y demás, serían además, de gran utilidad a una buena parte de las personas que, sin tener una discapacidad, pueden verse disminuidas en su movilidad en un momento dado.
Así pensamos en Capacitayadapta.com desde donde queremos contribuir con nuestro granito de arena a esta transformación, poniéndonos al día en las novedades, productos y servicios más interesantes.

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2017-10-03T16:29:28+00:00