Las sujeciones contra la autonomía personal
¿Qué es una sujeción?
Se considera como sujeción cualquier dispositivo físico o mecánico que se coloca en el cuerpo de una persona, o junto a ella, de forma que no la pueda retirar fácilmente, y con la intención de limitar su libertad de movimientos o el acceso normal a cualquier parte de su cuerpo.
También debemos considerar como tal las sujeciones químicas o farmacológicas, definiendo éstas como la utilización de fármacos que reducen la movilidad de una persona y dificultan la realización de las AVD (actividades de la vida diaria), como ir al baño, vestirse, etc.., con el objetivo de controlar una conducta inapropiada o molesta cuando ésta no tiene base en un trastorno psiquiátrico diagnosticado.
Las sujeciones, por tanto, limitan la autonomía de la persona a la que se le aplican, afectando a su libertad, su capacidad de decisión, autoestima y dignidad. Precisamente por esto, entendemos que el uso de sujeciones debe considerarse como una medida terapéutica excepcional, aplicable sólo cuando se han agotado todas las alternativas.
Breve historia de las sujeciones
La utilización de sujeciones físicas se remonta muchos siglos atrás en nuestra historia. Podemos encontrar las primeras referencias a su uso ya en el siglo XIII, en los “manicomios”, para intentar controlar a las personas con enfermedad mental. Con el paso del tiempo y el aumento de los conocimientos en medicina, poco a poco se va desestigmatizando este tipo de enfermedades y surgen movimientos para liberar a las personas que las padecen. En el siglo XVIII el Doctor Philippe Pinel consigue suprimir el uso de cadenas por considerarlas una práctica inmoral. Pero a pesar de esto las sujeciones físicas se siguen utilizando con frecuencia en la actualidad. Su uso se ha extendido también a las personas mayores, sobre todo las institucionalizadas, aunque con muchas más limitaciones y desde un punto de vista que pretende ser más ético (La gran mayoría de las veces se intenta justificar la colocación de una sujeción por motivos de seguridad y protección de la persona que es objeto de ellas cuando la verdadera razón es la comodidad),
Las sujeciones hoy en España
Como hemos visto, el empleo de sujeciones por simple comodidad de los cuidadores se trata de una mala praxis muy extendida en nuestro país. En España, casi el 40% de personas con demencia utiliza algún tipo de sujeción física (1), lo cual supone un porcentaje muy elevado, sobre todo si nos comparamos con otros países, tanto en la Comunidad Europea como fuera de ella, que cuentan con leyes mucho más restrictivas en cuanto al uso de contenciones. Si nosotros no contamos aún con una legislación de este tipo es porque seguimos teniendo muy normalizada la imagen de las sujeciones. Nos parece lógico ver a ancianos con demencia en residencias con cinturón u otro tipo de sujeción física y no nos paramos a pensar en las implicaciones éticas y morales que conlleva la restricción forzosa. En capacitayadapta.com queremos apuntar a las consecuencias derivadas de su uso y las medidas alternativas que existen, además de los verdaderos motivos por los que se utilizan, que en la gran mayoría de los casos no coinciden con las indicaciones terapéuticas de las sujeciones.
Problemas generados por el uso de sujeciones
Uno de los principales motivos a la hora de utilizar una sujeción es reducir el riesgo de caídas en personas mayores o con deterioro cognitivo. Pero al contrario de lo que comúnmente se piensa, el uso de sujeciones no disminuye el riesgo de caída. De hecho, no sólo no lo disminuyen sino que incluso pueden aumentarlo, y que las lesiones derivadas de una caída en personas con sujeción son más graves que en el caso de personas no sometidas a restricción de su movilidad. Colocar, por ejemplo, unas barandillas en la cama a una persona con demencia que acostumbra a levantarse por la noche, no conseguirá que la persona se quede en la cama, si no que además puede originar una caída con peores consecuencias cuando intente levantarse y salvar el obstáculo.
En cambio, lo que sí que hace es generar una serie de problemas (muy graves en algunos casos) que se podrían evitar recurriendo a medidas alternativas antes de la sujeción.
Los efectos negativos del uso de sujeciones son tanto físicos como psicológicos. Los problemas físicos que nos podemos encontrar son muchos, entre ellos disminución del apetito, estreñimiento, incontinencia (urinaria y fecal),úlceras por presión, pérdida del tono muscular, atrofia y debilidad . La disminución de reflejos que acompaña a esta debilidad y atrofia muscular es otro factor que contribuye a aumentar el riesgo de caídas cuando la sujeción es retirada. Así mismo se pueden producir lesiones, heridas y existe incluso riesgo de asfixia por mala colocación o desplazamiento de la sujeción. En cuanto a los psicológicos, derivados de la pérdida de autonomía, dignidad y libertad que supone ser sometido a una sujeción, depresión, apatía, agresividad, miedo o vergüenza y aislamiento social.
Esta larga lista de problemas, nada deseables, debería ser motivo más que suficiente para producir un cambio de conciencia global y conseguir una sociedad completamente libre de sujeciones. Pero aún nos queda mucho camino por recorrer.
Cómo lo llevamos con respecto a nuestros vecinos europeos
Como ya hemos visto, España posee un porcentaje muy elevado de personas sometidas a sujeciones. De hecho es uno de los más elevados de Europa. Mientras que en nuestro país este porcentaje es de casi el 40%, en otros como Islandia, Suecia o Italia no superan el 17%. En Dinamarca, es inferior al 3% (2). Esta diferencia se debe a que estos países cuentan con unas leyes muy restrictivas para el uso de contenciones físicas, ya que las tratan como una vulneración de los derechos fundamentales. Si salimos fuera de la comunidad europea, nos encontramos con casos como los de Japón, Canadá o EEUU, como ejemplos de racionalización en el uso de sujeciones derivados de un cambio en su legislación. Estas leyes, en el caso de EEUU, consiguieron reducir el número de sujeciones de un porcentaje similar al de nuestro país hace unos 20 años al 5% que poseen en la actualidad (3).
Cómo crear una cultura de “cero” sujeciones en nuestra sociedad
Conseguir una cultura de “cero sujeciones” no es sencillo debido a lo extendido y normalizado de su uso y debe empezar por un cambio de pensamiento y actitud en la sociedad.
Las indicaciones terapéuticas de las sujeciones limitan su uso en el tiempo a unos pocos días y son las siguientes:
-Situaciones o conductas que supongan una amenaza para la integridad física de la persona que la utiliza (prevención de autolesiones o suicidio)
-Situaciones o conductas que supongan una amenaza para la integridad de otras personas (prevención de lesiones o incluso peligro para la vida de las personas que conviven con ella, por ejemplo en cuadros psicóticos agresivos)
-Protección de tratamientos terapéuticos, de la persona objeto de la sujeción o de otros (riesgo de retirada de catéteres, sondas, etc..)
-Necesidad de reposo (por ejemplo en una persona no colaboradora con fractura).
Pero la realidad del uso de sujeciones es diferente. En muchos centros asistenciales (residencias de mayores) la escasez de personal implica una peor calidad en la atención y esto deriva en un aumento en el uso de sujeciones físicas de forma habitual. De nuevo comprobamos que la escasez de recursos ocasiona un triste deterioro en la gestión de la sanidad y la dependencia.
En cuanto a la prevención de caídas no está demostrada su eficacia. De hecho, centros que han adoptado un programa de cero sujeciones no han visto incrementado su índice de caídas, pero sí han reducido la gravedad de las lesiones derivadas de éstas (4).
Otro motivo por el que se utiliza es para evitar las reclamaciones por parte de familiares en el caso de caídas, normalmente de repetición, en residencias. Es decir, como una posible mitigación de los riesgos, lo que supone una práctica mercantilizante a costa de la autonomía de las personas.
Se puede entender que todos estos motivos no tienen una justificación auténtica y que se pueden aplicar alternativas de una forma relativamente fácil. Con una ratio mayor de personal en los centros para mayores se logra una mejor calidad asistencial, pudiendo eliminar así la mayoría de las sujeciones. Dejar que una persona con demencia deambule libremente es mejor que sentarla en una silla y ponerle un cinturón, siempre que sea en un entorno controlado y bajo supervisión o proporcionándole una ayuda técnica como por ejemplo un andador. Cuando se trata de corregir un vicio postural existen dispositivos como cojines en cuña o almohadones que permiten mantener una postura adecuada sin necesidad de utilizar sujeción.
Conociendo esta información y con la exigencia de respeto a todas las personas implicadas (personal asistencial, familia, cuidadores…) se puede iniciar el camino que nos lleve a una sociedad cada vez más libre de sujeciones.
- Burgueño Torijano, A.A.; Atar para Cuidar. Uso de sujeciones Físicas y Químicas en personas mayores dependientes que reciben cuidados prolongados. 2008
- Nevado Rey, M.; Realidades y mitos en la eliminación de sujeciones, Sociedad y Utopía. Revista de Ciencias Sociales, n.º 41. Mayo de 2013 (pp. 283-298)
- Corral Cano, J., Mancebo Salas, N.; Contenciones físicas. Reflexión sobre su vigencia, Universidad de Cantabria, Grado de Enfermería, Curso 2013-2014.
- Muñiz, R. et al.; Reducción de Sujeciones Físicas en Residencias: un Informe de Maria Wolff y Sanitas JAMDA nº 17, 2016 (pp. 633-639)